Capítulo 16 (traducido por Anaid)

DE ALGUNA MANERA MIRANDA SE ARRASTRÓ A SÍ MISMA HASTA EL LUNES.
No recordaba haberse quedado dormida la noche anterior, o si alguna fantasmal voz la había buscado en sueños. Exhausta y deprimida, ella ya se encontraba de horribles ánimos cuando llegó a la escuela—y la mañana fue de mal en peor desde ahí. Ella había traducido el capitulo equivocado en su cuaderno de Español; se había olvidado completamente de una tarea de matemáticas. Reprobó un examen de literatura inglesa. Parker estuvo en su primera clase, Ashley y Gage en la tercera, y ella pudo jurar que estaban actuando diferente con ella el día de hoy. Evasivos, ella había notado, y de algún modo distantes. Incluso atrapó a Parker mirándola de vez en cuando, pero cuando hacían contacto visual, él rápidamente miraba hacia otro lado.
Ella se dijo a sí misma que todo estaba en su mente, que estaba siendo paranoica—aun así ella no podía quitarse la sensación de que algo estaba mal. Cuando llego la tarde, decidió esconderse en la biblioteca. Ella no esperaba encontrarse con Ashley en su casillero antes de que pudiera escapar.

“Come con nosotros.” Ashley sonrió, tan amigable como siempre. Casi demasiado amigable, le pareció a Miranda. “Tenemos un gran lugar afuera en donde siempre comemos.”
Miranda los había visto a ellos y a su gran lugar el primer día de clases. El unido grupo comiendo en su mesa especial, en su propia esquina privada en el jardín escolar. Ahora la invitación de Ashley la hacía sentir irritada y atrapada. Ella tenía demasiado en la mente; necesitaba encontrar un lugar tranquilo, estar sola, aclarar las cosas. Ella no quería ser parte de su grupo. Ellos la forzaron en él, y ahora todo era un desastre. Ellos se estaban haciendo tan cercanos a ella, y ahora su vida era peor que nunca.

“No tengo hambre,” ella insistió, azotando la puerta del casillero.
Instantáneamente comprensiva, Ashley posó una reconfortante mano en su brazo. “¿Estas preocupada por el examen? No lo estés. Hubo una muerte en tu familia—el Profesor Klein es realmente comprensivo con esas cosas. Todos los profesores lo son. Créeme, el ni siquiera te contará esa calificación.”
“Solo no tengo hambre ahora, ¿de acuerdo?”
“No tienes que comer. Necesitamos hablar sobre el proyecto—tener tu opinión sobre algunas cosas antes de entregar el borrador.”
Miranda se encogió. Se había olvidado que el borrador del proyecto era para entregar hoy, pero Ashley fue rápida para recordárselo.
“No queremos molestarte con eso Miranda. Has tenido demasiado en qué pensar el fin de semana. De todos modos Gage y yo hicimos algo juntos. Como siempre hacemos, cuando estamos trabajando con Roo y Parker.” Ella hizo una pausa para dar un largo suspiro de sufrimiento. “Pero creo que el borrador está bien. Muy bien y muy completo.”
“Entonces, no necesitan mi opinión,” Miranda respondió tercamente. “Estoy segura que todo lo que hicieron es perfecto.”
“Realmente te necesitamos Miranda. Por favor ven. El grupo no está completo sin ti.”

¿No lo entiendes? Yo no quiero completar el grupo, yo nunca quise completar el grupo. Quiero quedarme sola.

Sin darle a Miranda otra oportunidad para rechazarla, Ashley prácticamente la arrastró a través del pasillo. Había un montón de chavos comiendo afuera, algunos en mesas de picnic de madera, otros alrededor de mesas redondas con una sombrilla, muchos en bancas, escalones y mantas, o solamente comprando bocadillos en las maquinas expendedoras. Miranda vio los cuatro familiares rostros en su forma habitual—Etienne en medio de ellos—pero otra vez ella sentía que algo había cambiado. Como si todos ellos la estuvieran estudiando. Y no tratando de hacerlo. Y esperando que ella no lo notara.

“Hey, ahí estas.” Gage inmediatamente se corrió para hacerle espacio. “Tratamos de atraparte después de clases, pero desapareciste.”
Miranda se sentó junto a él. Parker se estaba tomando una Coca, mirándola sobre el borde del vaso. Ashley estaba se sentó junto a Parker, su sonrisa fija en su lugar. Parándose, Etienne se recargó casualmente contra la mesa. Roo fue la única que vio a Miranda a los ojos.

“Viste un fantasma,” dijo Roo. “¿Qué tan genial fue?”
Parker se ahogó, escupiendo hielos en todas direcciones.
Después de eso siguió un momento de afligido silencio. Entonces girándose hacia Roo, Gage negó con la cabeza incrédulo.
“Muy bonito. Un infierno de entrada.”
“Tan sutil, como siempre,” murmuró Parker limpiándose hielitos y refresco del frente de su playera.
Hasta Ashley se veía angustiada. Mientras las palabras de Roo comenzaban a procesarse, Miranda solo pudo sentarse ahí en aturdido silencio, cubierta por cinco pares de ojos. Entonces ella se giró lentamente hacia Etienne.

“¿Tu…les dijiste?” su voz se endureció con el dolor de la traición. “¿Les dijiste lo que paso?”

“Cierto, como si no estuviéramos ya involucrados.” Roo se encogió de hombros. “Como si todos nosotros no te hubiéramos visto enloquecer ayer en la galería.”
Parker y Gage cerraron filas. “Roo cállate.”
“¿Qué? ¿Cuál es el problema?”
Durante el intercambio, Miranda seguía viendo a Etienne, buscando alguna señal de remordimiento. Pero su mirada—y sus palabras—no tenían la más mínima de las disculpas.

“Mira, con todos nosotros, hay mejores oportunidades de poder entender las cosas. Pensé que Gage podría saber qué era la trenza. O que Parker podría haber visto alguna en el museo. Tu y yo, no podemos pensar en todo, ¿verdad?”
“Entonces les dijiste,” Miranda repitió, aun asombrada.
“Era lo mejor que podía hacer—lo más inteligente. Y ellos necesitaban saber.”
“No tenias derecho.” El dolor se convirtió en coraje ahora. La garganta de Miranda se cerraba más y más. “Tu querías que confiara en ti.”
“Y lo digo en serio.”
“Se suponía que debías guardar el secreto. Esta es una cosa secreta.”
“Acostúmbrate,” Parker bufó. “No hay secretos en esta pandilla.”
Tomando su codo, Gage la giró gentilmente hacia los demás. “Está bien Miranda. Nosotros—“
“Nosotros solo queremos ayudar,” Ashley lo cortó.
Era todo lo que Miranda podía hacer para no derrumbarse. Aturdida se puso de pie y comenzó a caminar, pero lo que Etienne dijo a continuación la detuvo.
“Tu grand-père, era lo que quería, Miranda.”
“No,” ella replicó, fijándolo con una fuerte y acusatoria mirada. “Él quería que tu me ayudaras, nadie más.”
“Te estoy ayudando.”
“¿Cómo? ¿Hablando a mis espaldas? ¿Burlándote de mí?”
“Uh-oh,” murmuró Parker “hora del drama de novela.”
“Escúchame.” Antes de que Miranda pudiera dar otro paso, Etienne bloqueó su camino y la agarró firmemente de los hombros. “Ya te lo dije, yo vi lo que le hizo a Jonas. Y no dejare que eso te pase a ti.”
Había una fría y dura verdad en sus ojos. Y una determinación tan fuerte, que casi la vence.
“¿Miranda?” La preocupación de Ashley rompió la tensión. “¿Por favor?”
Etienne la liberó. Mientras Miranda encaraba a fuerzas al grupo alrededor de la mesa, ella podía ver cada profunda expresión esperando su respuesta.
“Nosotros realmente podemos ayudarte,” Ashley dijo suavemente. “Por favor déjanos.”
Miranda se giró hacia Etienne. Su mirada era segura y estable.

“Necesitas amigos, cher. Y nosotros somos tus amigos.”

Segundos pasaron mientras trataba de pensar. Ella estaba dolida y confusa; estaba halagada y conmovida y extrañamente aliviada. La realidad de su vida estaba amontonándose dentro de ella, muy cerca, muy deprisa.

“No será tan aterrador con nosotros alrededor,” Roo dijo filosóficamente.
Inclinando su vaso, Parker puso más hielo en su boca y lanzó una mirada a Roo. “No es verdad. Siempre es aterrador contigo alrededor.”
“Danos algo de crédito,” Gage le guiñó a Miranda. “Podríamos sorprenderte si nos das la oportunidad.”
“No tienes porque estar sola en esto,” insistió Ashley.
A pesar del positivo apoyo, Miranda no podía alejar su desconcierto o sus dudas. “¿Por qué están haciendo esto?”, les preguntó. “Ustedes ya son amigos, y gente como ustedes no deja que extraños entren en su pequeño y exclusivo grupo. Aparte, ¿cómo podrían entender en lo que se están metiendo, cuando ni siquiera yo lo entiendo? NI siquiera me conocen.”
“Etienne nos amenazó,” bostezando ruidosamente, Parker se estiró a sus anchas, y silbó mientras Ashley le daba un golpe en las costillas. “¡Estoy bromeando! Hey, estoy bromeando ¿ok? ¡Demonios, Ashley!”

“Tu deberías decir que sí, Miranda,” Ashley persistió como si Parker no estuviera ahí. “Porque nosotros te ayudaremos a encontrar algo sobre el pobre Nathan de un modo u otro.”
“¿Cómo?,” Miranda la retó. “¿Cómo lograran hacer eso?”
“Bueno…nosotros…no lo sabemos aun. Aun estamos…estamos…”
“¿Tratando de decidir si estoy tan loca como mi abuelo?” Para Miranda, el inquieto silencio habló por ellos. Solo duró un segundo, pero fue lo suficiente para que su corazón se cayera. “Miren chicos.” Su voz salió más violenta de lo que pretendía. ¿Qué estaba pensando? Debió haber seguido caminando. “Esto es privado, ¿de acuerdo? Y no necesito ayuda, y no importa si me creen o no, entonces –“
“Yo te creo,” dijo Gage suavemente.
“Sabes que yo también,” Roo le aseguró.
“Y yo.” La cabeza de Ashley se balanceó arriba y abajo.
Con un ceño en la frente, Parker miraba a cada uno de ellos. Entonces, cruzó los brazos sobre su pecho, se recargó y su ceño se hizo más marcado. “Bueno, yo no le creo. No les creo a ninguno de ustedes, y pienso que todos ustedes están locos. Pero… ¡qué demonios!”
“Bueno, cher.” Etienne encaró a Miranda. “Mientras más pronto empecemos, mejor ¿verdad?”

La campana sonó entonces. Agradecida por la distracción, observó a los demás alejarse a través del campus. Ella estaba comenzando a caminar hacia el salón cuando Etienne de repente agarró su brazo y la guió hacia una esquina en donde no podían verlos.

Nerviosa, ella lo miró. Él no la estaba sosteniendo ahora, pero la esquina era pequeña, y sus cuerpos prácticamente se tocaban. Mientras sus ojos estaban fijos en los de ella, se dio cuenta de que él se acercó más, y no tenía a donde ir.
Su pulso se comenzó a acelerar. Él estaba tan cerca—tan cerca—y ella lo quería más cerca, aunque lo quisiera alejar. Tenía miedo de que él pudiera escuchar el latir de su corazón o sus rápidas respiraciones.

“Miranda,” murmuró Etienne. “Prometí ayudarte, protegerte.”
Su mirada nunca vaciló. Sus labios estaban a centímetros de los suyos.
“Y yo cumplo mis promesas.”

Antes de que Miranda pudiera reaccionar, Etienne estaba afuera de la esquina y regresaba lentamente al campus, una esquina de su boca insinuaba una sonrisa.

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