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 Capítulo 1 (Traducido por La_JaPo)

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Capítulo 1 (Traducido por La_JaPo) Empty
MensajeTema: Capítulo 1 (Traducido por La_JaPo)   Capítulo 1 (Traducido por La_JaPo) EmptyVie Jun 12, 2009 1:34 am

CAPÍTULO 1

Los zapatos de Laurel se volteaban con un ritmo alegre, desafiando su mal humor. Cuando ella atravesó los pasillos de Del North High, la gente la miraba pasar con ojos curiosos.

Después de revisar su horario, Laurel encontró el laboratorio de biología y se apresuró para conseguir un sitio junto a la ventana. Si ella tenía que permanecer dentro, al menos quería ver fuera. El resto de la clase apareció lentamente. Un chico sonrió en su dirección mientras caminaba al frente de la clase y ella intentó devolvérselo. Esperaba que él no creyese que estaba haciendo muecas.

Un hombre alto y delgado se presentó como el señor James y comenzó a pasar sus libros de texto. El comienzo del libro parecía bastante estándar (clasificación de los animales y las plantas, ella los conocía) entonces empezaba a tratar la anatomía básica humana. Alrededor de la página 80, el texto comienza a parecer un lenguaje extranjero. Laurent murmuró por lo bajo. Este iba a ser un largo semestre.

Cuando el señor James pasó lista, Laurent reconoció algunos nombres de sus dos primeras clases en la mañana, pero iba a pasar mucho tiempo hasta que ella consiguiera relacionarlos con sus caras. Ella se sentía perdida en medio de un mar de gente desconocida.

Su madre le había asegurado que todos los estudiantes de secundaria sentirían lo mismo (después de todo, también era su primer día en la escuela) pero ninguno de ellos parecía perdido o asustado. Talvez el estar solo y asustado sea algo que va desapareciendo después de años en la escuela pública.

Las clases en casa habían ido tan bien durante los últimos diez años; así que ella no podía ver ninguna razón para que esto cambiase. Pero sus padres estaban decididos a hacerlo todo correctamente con su única hija. Cuando ella tenía cinco años, eso era estudiar en casa en un pequeño pueblo. Aparentemente, ahora ella tenía quince años, y eso es estudiar en una escuela pública en un pueblo un poco menos pequeño.

La sala estaba en silencio y Laurel se dio cuenta cuando el profesor repitió su nombre “¿Laurel Sewell?”

“¡Aquí!”, dijo ella rápidamente.

Ella se retorció cuando el señor James la observó por encima de sus gafas y entonces él pasó al siguiente nombre.

Laurel soltó el aliento que estaba conteniendo y tomó su cuaderno, tratando de llamar la atención sobre ella tan poco como fuera posible.

Cuando el profesor explicó el programa del semestre, sus ojos se posaron en el chico que le había sonreído antes. Ella tuvo que contener una sonrisa al darse cuenta que él también le lanzaba miradas furtivas.

Cuando el señor James anunció el almuerzo, ella deslizó el libro con gracia en su mochila.

“Hey”.

Ella levantó la mirada. Era el chico que la había estado mirando. Sus ojos fueron lo primero que llamó su atención. Ellos eran de un azul brillante que contrastaba con el tono oliváceo de su piel. El color parecía fuera de lugar, pero no de una mala manera. Del tipo exótico. Su pelo ligeramente ondulado y castaño claro era bastante largo y descansaba sobre su frente formando un suave arco.

“Eres Laurel, ¿verdad?”. Más debajo de sus ojos había una cálida pero casual sonrisa con unos dientes muy rectos. Probablemente aparatos, Laurel creyó que su lengua se movía rápida e inconscientemente tras sus propios dientes, también bastante perfecta.

“Sí”. Su voz se atascó en su garganta y ella tosió, sintiéndose estúpida.

“Yo soy David. David Lawson. Yo…yo quería decirte hola. Y bienvenida a Crescent City, supongo.”

Laurel forzó una pequeña sonrisa. “Gracias”, dijo.

“¿Quieres sentarte conmigo y mis amigos para almorzar?”

“¿Dónde?” preguntó Laurel.

David la miró extrañado. “¿En… la cafetería?”

“Oh” dijo ella, desilusionada. Él parecía agradable, pero ella estaba cansada de estar encerrada dentro. “Ahora, voy a buscar un lugar fuera”. Hizo una pausa. “Gracias, creo.”

“Fuera me suena muy bien. ¿Quieres compañía?”

“¿De verdad?”

“Claro. Voy a coger mi almuerzo de mi mochila, así estaré listo. Además,” dijo colgándose la mochila de un hombro, “no deberías sentarte sola tu primer día.”

“Gracias” dijo después de un momento. “Me gusta”.

Ellos fueron juntos al césped trasero y encontraron un trozo de hierba que no estaba muy mojado. Laurel extendió su chaqueta en el césped y se sentó sobre ella; David se quedó de pié. “¿No tienes frío?” preguntó, mirando con exceptismo sus vaqueros cortos y su top.

Ella se quitó sus zapatos y deslizó sus pies por el césped. “No tengo frío muy a menudo (al menos no aquí). Si estuviera en algún lugar con nieve, estaría miserable. Pero este clima está perfecto para mí.” Ella sonrió avergonzada. “Mi madre bromea con que tengo la sangre helada”.

“Suerte la tuya. Yo me fui de Los Ángeles hace unos cinco años y yo todavía no me acostumbro a esta temperatura.”

“No hace tanto frío”.

“Seguro.” Dijo David con una mueca, “pero este no es el más cálido de ellos. Después de nuestro primer año aquí, busqué los registros sobre el clima; ¿sabías que la diferencia entre la temperatura media de Julio y la de Diciembre son solo 14 grados? Ahora es malo.”

Ellos se mantuvieron en silencio mientras David comía un sándwich y Laurel empujaba su ensalada con un tenedor.

“Mi madre me echó pastel de sobra.” Dijo David, rompiendo el silencio. “¿Quieres?” Él sacó un bonito pastel cubierto de escarcha azul. “Es casera”.

“No, gracias”.

David miró su ensalada con dudas, entonces, volvió al pastel.

Laurel se dio cuenta de lo que David estaba pensando y suspiró. ¿Por qué será que todo el mundo se llevaba la misma impresión de ella? Seguramente ella no era la única persona en el mundo que solo le gustaban las verduras. Laurel posó una uña en su lata de Sprite. “No estoy a dieta.”

“No quise decir…”

“Soy vegetariana.” Le interrumpió Laurel. “En realidad, muy estricta.”

“Oh, ¿sí?”

Ella asintió, entonces sonrió de manera rígida. “No debe haber muchos vegetarianos, ¿verdad?”

“Creo que no.”

David carraspeó y preguntó. “Así que, ¿cuándo te mudaste?”

“En Mayo. Yo he trabajado un montón con mi padre. Es el dueño de la librería del centro.”

“¿De verdad?” preguntó David. “Yo estuve allí la semana pasada. Es una tienda genial. Aunque creo que no recuerdo verte.”

“Es culpa de mi madre. Ella me arrastró a comprar los materiales para la escuela toda la semana. Es el primer año que no estudio en casa, y mi madre estaba convencida de que no tenía materiales suficientes.”

“¿Estudiabas en casa?”

“Sí. Ellos me obligaron a venir a una escuela pública este año.”

Él sonrió. “Bueno, me alegro de que lo hicieran.” Él agachó la mirada a su pastel unos segundos antes de preguntar. “¿Echas de menos tu antigua ciudad?”

“A veces”, ella sonrió suavemente. “Pero estoy bien aquí. Mi antigua ciudad, Orick, es demasiado pequeña. Como quinientos habitantes.”

“Wow.” Él se rió en silencio. “Los Ángeles es solo un poco más grande que eso.” Él sonrió y bebió de su soda.

David parecía preparado para preguntar algo más, pero el timbre sonó y en vez de hacerlo, sonrió. “¿Podemos repetir mañana?” Dudó durante un segundo, entonces añadió. “¿Con mis amigos, quizás?”


Última edición por Beauty el Vie Jun 12, 2009 1:35 am, editado 1 vez
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Capítulo 1 (Traducido por La_JaPo) Empty
MensajeTema: Re: Capítulo 1 (Traducido por La_JaPo)   Capítulo 1 (Traducido por La_JaPo) EmptyVie Jun 12, 2009 1:34 am

El primer instinto de Laurel fue decir que no, pero ella se lo había pasado bien con David. Además, socializar más era otra razón por la que su madre había insistido con la escuela pública este año. “Claro,” dijo antes de que pudiera cambiar de idea. “Sería divertido.”

“Genial”. Él se levantó y le ofreció su mano. Él la puso sobre sus pies y sonrió de lado durante un minuto. “Bueno, yo…te veré por aquí, espero.”

Ella lo vio marcharse. Su abrigo y holgados vaqueros parecían más o menos como los de cualquiera, pero había una seguridad en su caminar que lo hacía destacar entre la multitud. Laurel sentía envidia de sus zancadas.

Quizás algún día.

Laurel arrojó su mochila al mostrador y se hundió en el taburete del bar. Su madre, Sara, miró el pan que estaba amasando. “¿Cómo te fue en la escuela?”

“Apesta.”

Sus manos pararon, “Ese lenguaje, Laurel.”

“Bueno, lo hace. Y no hay palabra que lo describa mejor.”

“Tienes que darle un tiempo, dulce.”

“Todo el mundo me mira como si fuera una friqui.”

“Ellos te miran porque eres nueva.”

“Yo no me veo como todos ellos.”

Su madre sonrió. “¿Eso es lo que quieres?”

Laurel volteó sus ojos, pero ella tenía que admitir que su madre había dado en el clavo. Ella debió dar clases en casa y estar un poco protegida, pero ella sabía que se parecía un montón a las adolescentes de las revistas y la televisión.

Y le gustaba.

La adolescencia había sido agradable para ella. Su blanca piel casi traslucida no había sufrido los efectos del acné y su pelo rubio nunca había estado grasiento. Ella era una pequeña y ágil chica de 15 años con una cara perfectamente ovalada y ojos verde claros. Ella siempre había sido delgada, pero no demasiado, y una ve había desarrollado algunas curvas en los años anteriores. Sus extremidades eran largas y esbeltas y ella andaba con la gracia de una bailarina, a pesar de que nunca tomó lecciones.

“Quiero decir que me visto diferente.”

“Puedes vestirte como una más si quieres.”

“Sí, pero ellas llevan zapatos anticuados y vaqueros apretados y como, tres camisetas como capas una encima de la otra.”

“¿Sí?”

“No me gusta la ropa ajustada. Me pica y me hace torpe. Y realmente, ¿quién podría querer llevar ropa anticuada? Puaf.”

“Así que lo que quieres es ropa. Si tus ropas no son adecuadas para que hagas amigos, ellos no son los amigos que quieres.”

Típico consejo de madre. Dulce, honesto, y totalmente inútil. “Hay ruido allí.”

Su madre paró de amasar y se quitó los flequillos de la cara, manchando de harina su frente. “Cariño, es difícil comprender que una escuela secundaria entera sea tan tranquila como aquí nosotras solas. Se razonable.”

“Soy razonable. Yo no estoy hablando del ruido normal; ellos corren por allí como monos. Ellos gritan y ríen y silban desde sus pulmones. Y tienen sus taquillas.”

Su madre puso los brazos en jarras. “¿Algo más?”

“Sí. Los pasillos son oscuros.”

“No lo son,” dijo su madre, su tono ligeramente enfadado. “Yo revisé con tigo la escuela entera la ultima semana, y eran luminosos.”

“Pero no hay ventanas, solo unas espantosas luces fluorescentes. Ellos son tan falsos y no dejan entrar la luz real en los pasillos. Son solo…oscuros. Extraño Orick.”

Su madre empezó a organizar la masa para los panes. “Cuéntame algo bueno de hoy. Quiero decir.”

Laurel vagó alrededor de la nevera.

“No,” dijo su madre, levantando una mano para detenerla. “Algo bueno primero”.

“Um…conocí a un chico agradable,” dijo, rodeando el brazo de su madre para coger una soda. “David…David algo”.

Este fue el turno de su madre para rodar sus ojos. “Por supuesto. Nos mudamos a una nueva ciudad y te matriculas en una escuela nueva y la primera persona que conoces es un chico”.

“No es eso.”

“Estoy bromeando.”

Laurel se quedó callada, escuchando las bofetadas de la masa contra el mostrador.

“¿Mamá?”

“¿Sí?”

Laurel señaló en una respiración profunda. “¿De verdad tengo que seguir yendo?”

Su madre frotó sus manos. “Laurel, ya hemos hablado de eso. ¡¡”.

“Pero…”

“No, no vamos a hablar de lo mismo otra vez.” Se inclinó en el mostrador, su cara muy cerca de la de Laurel. “No me siento calificada para seguir dándote clases en casa. A decir verdad, debería haberte inscrito en la escuela media. Estaba solo a un largo camino de Orick y tu padre estaba ya convencido y…de todos modos. Es la hora.”

“Pero puedes encargar uno de esos programas para estudiar en casa. Lo vi en Internet,” dijo Laurel rápidamente cuando su madre abrió la boca. Tú no tendrías que hacer de profesor realmente. El material lo cubre todo.”

“¿Y cuánto cuesta?” preguntó su madre, su voz tranquila, con una ceja levantada.

Laurel se quedó callada.

“Escucha,” dijo su madre, después de una pausa. “Dentro de unos meses, podríamos considerar esta opción si aún odias la escuela. Pero hasta que vendamos la casa de Orick, no tenemos dinero para ningún extra. Lo sabes.”
Laurel agachó la mirada al mostrador, con los hombros caídos.

La verdadera razón de la mudanza a Crescent City en primer lugar era porque su padre había comprado una librería en el centro de Wahington Street. A principio de año, ellos habían conducido hasta aquí y habían visto un cartel de se vende en una librería que estaba arruinada. Laurel recordó escuchar a sus padres hablar durante semanas sobre lo que podrían hacer para comprar la tienda (un sueño compartido desde que se casaron) pero las cuentas no salían.

Entonces, en Abril, un chico llamado Jeremiah Barnes se acercó al trabajo del padre de Laurel en Eureka y le dijo que estaba interesado en su propiedad de Orick. Su padre había llegado a casa casi brincando de la alegría. Lo demás sucedió tan rápido que Laurel no podía recordar qué había pasado primero. Sus padres fueron muchos días al banco en Brooklings y en Mayo, la librería era suya y ellos se estaban mudando de su pequeño habitáculo en Orick a una casa todavía más pequeña en Crescend City. Pero los meses pasaron y las cosas todavía no terminaron con el señor Barnes. El dinero era escaso, su padre trabajaba muchas horas en la tienda, y Laurel estaba pegada en la escuela.

Su madre posó una mano en las suyas, cálida y reconfortable. “Laurel, al lado de la costa, también tienes que aprender a conquistar nuevas cosas. Eso será muy bueno para ti. El año que viene podrás tomar clase de APNT y podrías unirte a un grupo o equipo. Todos los extras de la escuela se ven muy interesantes.”

“Lo sé. Pero…”

“Yo soy la madre” dijo ella con una sonrisa que ablandaba su tono firme. “Y yo digo escuela.”

Laurel se agachó y empezó a arrastrar su dedo por la lechada entre los azulejos en lo alto del mostrador.

El reloj sonó fuerte cuando su madre metió los panes en el horno y puso el tiempo.

“Mamá, ¿quedan algunos de tus melocotones en conserva? Estoy hambrienta”.

Su madre miró a Laurel “¿Tienes hambre?”

Laurel formó remolinos en su lata de soda con su dedo, evitando la mirada de su madre. “Tengo hambre esta tarde, en el último momento”.

Su madre estaba intentando no sacar esto de quicio, pero ambas sabían que eso era algo fuera de lo normal. Laurel raramente sentía hambre. Sus padres habían escuchado los extraños hábitos para comer de Laurel. Ella solo comía para satisfacerlos, pero no porque lo necesitara, mucho menos disfrutara.

Esto era por lo que su madre estaba de acuerdo en llenar la nevera de Sprite. Ella estaba en contra los perjuicios aún indocumentados de los carbohidratos, pero no podía discutir sobre las 140 calorías por lata. Lo que era 140 más que el agua. Al final así sabía que Laurel estaba metiendo más calorías en su sistema, aun cuando estaban vacías.

Su madre corrió a la despensa y cogió un bote de melocotones, probablemente asustada de que Laurel cambiase de opinión. Los desconocidos calambres en el estómago de Laurel habían empezando durante la clase de español, veinte minutos antes del último timbre. Había parado un poco en el camino de vuelta a casa, pero no del todo.

“Aquí tienes,” dijo, colocando un recipiente frente a Laurel. Entonces ella se volvió de espaldas, dándole a Laurel un poco de privacidad. Laurel miró abajo hacia el plato. Su mamá le había puesto un melocotón y medio y media taza de zumo.

Ella se comió el melocotón en pequeños trozos, mirando la espalda de su madre, esperando que ella se voltease y la mirase. Pero su madre estaba ocupada con los platos y no la volvió a mirar. Todavía, Laurel sentía como que había perdido una batalla imaginaria, así que cuando terminó, cogió su mochila del mostrador y salió de la cocina andando de puntillas antes de que su madre se diese la vuelta.

FIN
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