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| Capítulo 2 (Traducido por Anaid) | |
| | Autor | Mensaje |
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Beauty Admin
Cantidad de envíos : 133 Fecha de inscripción : 15/03/2009 Edad : 36
| Tema: Capítulo 2 (Traducido por Anaid) Jue Jun 11, 2009 9:49 am | |
| 2 “¿QUÉ?”
Al principio Miranda creyó que era una broma. Algo privado, dentro de la broma que el grupo había planeado en hacerle, solo para ver su reacción. Excepto que ella no lo había tomado a broma. No la entendía. Y lentamente comenzó a surgir en ella que la mirada de Roo no era dudosa, que Roo no estaba sonriendo. Y los demás se habían quedado en silencio, que estaban mirando a Roo con extrañas expresiones en sus rostros y además había una rara corriente en el aire, como fría electricidad.
-“¿Qué?” se permitió decir de nuevo. “No entiendo.”
Ella quería decir más, pero su voz se quedó atascada en su garganta. Ella quería alejarse de ellos, pero su estomago se había revuelto.
-“Roo” Ashley murmuró. -“¿Qué está mal?” Claramente confusa, Roo los miro a cada uno por separado y luego de nuevo a Miranda. -“Tu sabes”, ella dijo muy segura, “John Hayes… tu abuelo. Quiero decir… ¿él era así? ¿No estás asustada? Parker soltó una risa. “Jesús, Roo.”
Gage no dijo nada, solo cruzo los brazos sobre su pecho. Se reclinó contra la pared y se concentró en algo fuera de la ventana del salón. -“¿Asustada?” La mente de Miranda estaba comenzando a girar. Su cabeza le empezaba a latir. “¿De qué estás hablando? -“De nada.” Ashley rompió la conversación. Alcanzando la mano de Miranda le dio un rápido apretón. “Mira, Roo entiende todo mal. No le prestes atención.” La cabeza de Miranda latía más fuerte. ¿Lunático? ¿Mi abuelo? Por qué todos me están mirando de esa manera? No puedo soportarlo… -“Miranda,” Ashley sonó alarmada. “¿Estás bien?” Pero Miranda no pudo responder. Fue la voz de Roo quien respondió, sin tono alguno, surgiendo de algún lugar lejano. “Pensé que sabía acerca de su abuelo. Pensé que sabía, si no, no le hubiera dicho nada.” -“Estas muy pálida.” Las manos de Ashley estaban en los hombros de Miranda ahora acariciándola gentilmente. “ ¿Quieres un poco de agua?” -“Tal vez ella está a punto a punto de desmayarse,” Parker dijo. “Tal vez deberías abofetearla o algo así.” -“Ay por el amor de Dios Parker!” -“Bueno, no me refería a golpearla fuerte…” -“Esto no es el campo de football. Nadie va a golpear a nadie.” -“Estoy bien.” Miranda asintió. “Honestamente. Estoy bien.” Pero su estomago estaba revuelto, sentía secos tirones del fondo de su garganta. Ella debió tomar algo de almorzar, debió haber desayunado como su madre le decía que hiciera. “¿Qué hay con mi abuelo?” Pero fue como si ella no hubiese hablado. -“Ella está pálida.” Gage insistió. “¿Crees que se enfermará?” Parker al instante se puso de pie. “¡Voltéala hacia el otro lado!” -“Te digo que estoy bien.” Miranda de pronto le dio la espalda a él y a todos. ¿Por qué no podían ocuparse de sus propios asuntos? ¿No estaba ella ya pasando por mucho como para añadir más personas y más problemas a su arruinado tren de la vida?
El salón, el grupo de estudio, todo se volvió borroso en una ola de ira. Ella quería escapar, pero no podía ver la puerta. Como si fuera así de fácil, Miranda pensó. Si solo hubiera una puerta mágica a través de la cual pudiera escapar y ser feliz de nuevo…
No fue suficiente que el huracán haya impactado. Todo perdido, todo esfumado. No más casa, no más posesiones. El empleo de mamá completamente perdido. Viejos amigos, queridos amigos, amigos que nunca volvería a ver. Algunos que habrán sido reubicados a lugares desconocidos. Otros dejados atrás, víctimas desamparadas y desoladoras fatalidades provocadas por la tormenta.
-“Volveremos a casa algún día” le había prometido su madre, tratando de sonar valiente y confortadora. “Esta es una situación temporal Miranda.”Miranda quería creerle. Pero en el fondo, se preguntaba si realmente su madre creía lo que decía. -“Solo hasta que volvamos a restablecernos,” su madre seguía insistiendo. “Solo hasta ese momento. No es que vayamos a vivir en St. Yvette por siempre.” St. Yvette. St. Yvette, Luisiana. Para Miranda que pasó su vida entera en las brillantes blancas playas de Florida, y tenían que mudarse justo al sitio más obscuro del planeta. -“Entonces, ¿por qué no podemos tener nuestra propia casa?”, le rogaba a su madre. “¿Por qué tenemos que vivir con familiares que ni siquiera conozco?” -“Porque...” y solo por un latido de corazón, vio la expresión de verdadero pánico en el rostro de su madre, una mirada tan lejana que la asusto. “Porque” su madre repetía mientras esa mirada se desvanecía y su voz se calmaba. “No tenemos otro lugar a donde ir.” Solo escuchar a su madre decirlo Miranda quiso llorar –y ella no se había permitido hacerlo desde el desastre. No desde el brutal huracán que arraso con la costa de Florida y su caliente, soleada casa de playa y el único mundo que ella había conocido. No desde que habían sido forzados a dejar todo – y a todos – atrás.
Ella se sintió enferma mientras era llevada en el carro rentado hacia St. Yvette cinco días atrás. El pegajoso calor quitándole el aire, brotándole sudor de cada poro de su cuerpo. Ellas tenían que detenerse en un puente levadizo, en donde ella vislumbró barcos camaroneros en las obscuras aguas. Y en la orilla opuesta, un antiguo cementerio católico con sus tumbas superficiales rotuladas entre musgosos arboles. El aire espeso y pesado, como ser envuelto en gasa mojada. El olor del agua sucia. La empalagosa dulzura de las flores. Una contracorriente de aceite fresco y sudor, carne cruda y tripas de pescado.
ST. YVETTE LES DA LA BIENVENIDA.
Se quedó mirando el descompuesto letrero a un lado del camino y cruzó los brazos alrededor de su pecho para no ponerse histérica.
He sobrevivido todo. Pero nunca sobreviviré a esto. Nunca. Ni en un millón de años.
-“Bueno” mamá dijo alegremente. Muy alegre, Miranda se dio cuenta. “Así que… aquí estamos, eh? Por fin. Y la verdad esto no ha cambiado mucho desde que me fui.” Eso fue hace miles de años, y ¿por qué eso habría de importarme? Fue lo primero que pensó Miranda pero después preguntó: “¿Qué tan viejo es este lugar?” -“Data desde la Guerra Civil. Hay un montón de historia en este lugar.” -“Entonces, ¿en dónde están las plantaciones y lo demás?” -“Hay algunas cerca de aquí. Las visitaremos. Lo prometo.” -“¿Y qué es ese raro humo?” Mamá le frunció el seño, olió el aire y lo frunció de nuevo. “No huelo ningún humo. ¿Te refieres a un incendio?” -“No, olvídalo. Se ha ido.” La verdad era, que se había desvanecido tan pronto como lo había olido – fue más como un pensamiento en realidad que un olor. Y no era el olor de un cigarrillo, o carbón, u hojas quemándose, o ningún otro aroma con el que Miranda estuviera familiarizada. Fuerte y débil al mismo tiempo…seco y húmedo…
-“¿No lo reconoces?” Mamá la presionaba. -“No” pero debería, Miranda pensaba inquietamente, sin saber por qué. Debería reconocer ese olor… -“Hey”, su mamá estaba hablando de nuevo. “Que no te engañe este lado del pueblo. El resto de él es hermoso.” -“Eso no lo sabes.” -“Bueno… pero lo recuerdo.” -“Las cosas cambian.” Era como si las acusaciones pendieran entre ellas. Pero mamá las disipó rápidamente. -“Pero hay cosas que no. Como el misterio. Y el romance. Las historias y leyendas son viejos, viejos secretos…” -“¿Qué secretos?” -“No estaba siendo específica cariño. Solo digo que todos los pueblos pequeños guardan secretos. Es parte de su encanto.”
Miranda había mirado más paisajes alejarse por la ventana del coche. Viejos vecinos. Casas antiguas. Jardines. Estatuas de la guerra civil. Tiendas antiguas. Viejas iglesias. Una escuela primaria. Otro cementerio. Una vieja estación de tren. Un parque. Una vieja fuente. Otro cementerio.
-“Encanto no es exactamente la palabra que utilizaría.”, ella murmuró. Tentar a la muerte. “Oh Dios no puede haber nada peor que esto.” -“Si” su mamá contestó silenciosamente. “Si, siempre puede ir peor.” -“Oh, gracias mamá. Realmente necesitaba ese optimismo.” -“Estoy siendo positiva cariño. Sólo te estoy mostrando cuan afortunada eres. Podría ser peor. Para cientos de personas, es peor. No tenemos que estar separadas, tu y yo. No tenemos que estar en un refugio. Nos tenemos la una a la otra. Y tenemos un hogar a donde ir. “ -“¿Llamas a esto un hogar?” -“Tenemos familia aquí.” -“Pero ni siquiera querías al abuelo.” -“No, Miranda. Eso no es cierto…” -“Los dos no se habían visto o hablado… por cuánto tiempo? Mi vida entera?” -“Eso no tiene nada que ver contigo. Es…” -“Lo sé, lo sé. Complicado. ¿Por qué nunca me dirás?” Las manos de mamá habían aferrado el volante. “No es nada de lo que tengas que preocuparte. Nada en lo que tengas que pensar. Esto era algo entre tu abuelo y yo, ¿de acuerdo?” -“Bien mamá. Bien.” Y después una larga pausa. Una larga molesta-dolorosa pausa antes de que mamá finalmente hablara de nuevo. -“Cariño… lo que importa… es que nuestras vidas volverán a ser felices.” -“Eso no importa mucho. ¿Y cómo puedes creer eso?” Miranda replicó, e instantáneamente se sintió mal por el gesto de dolor en el rostro de su madre. -“Tengo que creer eso cariño”. Su madre murmuró. “Tengo que…”
-…que entregar las propuestas para el proyecto antes de irse,” Miss Dupree estaba diciendo. “Y espero un buen informe para el lunes.”
Última edición por Beauty el Jue Jun 11, 2009 11:03 am, editado 2 veces | |
| | | Beauty Admin
Cantidad de envíos : 133 Fecha de inscripción : 15/03/2009 Edad : 36
| Tema: Re: Capítulo 2 (Traducido por Anaid) Jue Jun 11, 2009 9:52 am | |
| Miranda volvió a la realidad. ¿Cuánto tiempo había estado fuera de zona? ¿Segundos? ¿Minutos? Notando las cuatro miradas dirigidas en su dirección, recordó su rudo comportamiento y sintió como sus mejillas se calentaban.
-“¿Miranda, estas en verdad bien?” Ashley le preguntó. -“Por supuesto que lo estoy.” Tratando de evitar la mirada de Ashley, Miranda se concentro en el frente del salón. -“Me asustaste,” Ashley continuó. “Pensé por un minuto que tendríamos que llevarte a la enfermería.” -“No es nada. Yo solo…” mientras el cerebro de Miranda se revolvía, escuchó el sonido de la campana, los recordatorios de último minuto de Miss Dupree, el caos de estudiantes al salir de las aulas. Gracias a Dios era la última clase. Gracias a Dios comenzaba el fin de semana. Gracias a Dios ella no tendría que lidiar con más personas ni conversaciones por algunos días. Guardando sus cosas, ella corría hacia la puerta. Mantuvo su cabeza baja, atravesando el ruidoso corredor, pero las palabras de Roo resonaban más fuerte en su cabeza.
“¿Qué se siente vivir con un lunático?” ¿Por qué nunca me lo dijiste mamá? ¿Y por qué no me lo has dicho en todos estos años?
-“¡Miranda detente!” Miranda caminó más rápido. Mientras un grupo de niños la empujaba hacia un lado, una mano se cerró alrededor de su codo, arrastrándola hacia la pared, lejos de la estampida de un viernes por la tarde. -“Has pasado tu casillero,” una voz dijo, y ella se encontró mirando a unos amables ojos cafés. Gage señalo en dirección opuesta a la que ella se dirigía. “O tal vez,… ¿tu lo sabías?” -“Mira.” Miranda respondió irritada. “Solo quiero ir a casa, ¿de acuerdo?” Entonces mientras Gage se alejaba, tomó una profunda respiración y comenzó de nuevo. “Lo siento. Y lo siento por cómo me comporte antes. Estoy teniendo una terrible vida en este momento.” -“Te entiendo. He tenido momentos difíciles más de una vez.” -“Bien… entonces, probablemente, ¿nunca quisiste vomitarte en medio de la clase?” Gage lo consideró un momento. “No… pero Roo una vez me vomitó encima en segundo grado.” Ella notó sus hoyuelos ahora, cuando el sonreía. Una sonrisa que derrite tu corazón, tímida pero sincera. “… realmente no lo decía en serio,” el decía, y Miranda volvió a centrar su atención en la discusión. -“No decía en serio ¿qué?” -“Roo,” el sonó arrepentido. “Lo que dijo dentro del salón. Sobre tu abuelo.” -“Mira, yo no sé nada sobre mi abuelo, ok? Si quieres saber algo sobre él, soy la última persona a la que debes preguntarle.” -“No estoy preguntando.” -“Estamos viviendo en su apartamento, pero – gracias a mamá—no puedo conocerlo.” Miranda no sabía por qué le contaba todo esto a Gage. Ciertamente ella no quería hacerlo, pero había algo en él que las palabras no dejaban de salirle. “Nunca he hablado con mi abuelo. He estado en el pueblo durante cinco días, y aun no lo he visto. Ahora creo saber por qué.” Gage lentamente negó con la cabeza. “No entiendo.” -“Bueno, ya somos dos.” A Gage no pareció importarle su mal estado de ánimo. “La cosa es, que Roo nunca pretende herir a las personas. Solo que ella es muy… honesta.” -“Esa es una linda forma de plantearlo.” -“Ella dice las cosas en voz alta, sin siquiera pensar en lo que está diciendo.” -“Bien, obviamente ella sabe más acerca de mi familia que yo. ¿Así que cuál es la historia? ¿Por qué no me cuentan? Dudosamente, el miró hacia el piso “No creo que sea el indicado…” -“Así están las cosas. Yo tenía diez años cuando me entere que tenía un abuelo. Vivo, quiero decir. Siempre pensé que todos mis abuelos estaban muertos, porque fue lo que mis padres me dijeron. Un día que entré al closet de mi mamá y accidentalmente tiré una caja de una repisa. Y una foto salió de ella—un hombre al que no reconocía, con un abrazo alrededor de mi tía Teeta.” -“Todo mundo aquí ama a tu tía,” los ojos de Gage volvieron a mirar la cara de Miranda. “De hecho, es la mejor persona que he conocido.” -“Yo siempre la he querido también. He hablado con ella por teléfono desde que era pequeña; ella nunca ha olvidado mi cumpleaños ni Navidad. ¿Pero la fecha en que encontré esa foto? Había sido tomada solo dos semanas antes, y la tía Teeta había escrito al reverso: “Con amor, de tu familia.” -“Wow. ¿Y qué hiciste?” -“Confronté a mi madre, y fue cuando admitió que yo tenía un abuelo. No solo eso, sino que yo siempre he tenido un abuelo. Y no solo eso, sino que él vive con la tía Teeta.” -“¿Y?” -“Y nada. Ella dijo que han estado separados durante años, y que así seria siempre así que debía olvidarlo.” -“¿Nunca volviste a hablar sobre tu abuelo?” -“Lo intente. Pero mi madre no hablaría.” -“¿Qué hay de tu papá?” El corazón de Miranda se contrajo. “Mi padre murió antes de que pudiera preguntarle. De hecho, su funeral fue ese día—el día en que encontré la foto de mi abuelo.” -“Yo… lo siento.” -“No lo sientas. No sabías.” -“Entonces, ¿ahora qué?” Cambiando sus libros de posición, Gage recargó un hombro en la pared. “Puede que tu tía Teeta te ayude a conocer a tu abuelo. Apuesto a que no le dirá a tu mamá.” -“Ya le he preguntado varias veces.” -“¿Pero…?” Que si concia finalmente a mi abuelo, y todo fuera mal? Ella no podía contarle a Gage que era su gran sueño desde que tenía diez años, por lo que rezaba y esperaba desesperadamente. Que algún día de alguna manera, llegaría a conocer a su abuelo. Que quizás su mama y su abuelo arreglarían sus diferencias, cualesquiera que fueran. Y que probablemente al tener a su abuelo en su vida, sería como tener un papá de nuevo… Pero antes de que pudiera contestar, voces gritaron al final del corredor y Parker, Roo y Ashley las precedían.
-“Te están llamando” la advirtió Gage.
Frustrada, Miranda comenzó a retirarse de nuevo. “Mira, no sé lo que me sucede en este momento. Nunca hago cosas como estas, nunca actuó así, lo juro. Así que si puedes olvidar lo que sucedió…” -“No te preocupes” a través de sus labios se mostraba una pizca de diversión, sus ojos eran cálidos y simpáticos. “No seas tan dura contigo misma. Y si en algo te ayuda—ese asunto de tu abuelo solo es un chisme local.” Ella esperaba saber a qué se refería. Deseaba que dijera algo más concreto, que se explicara. Pero los otros ya estaban allí –Ashley chismeando, Parker discutiendo, Roo mirando a Miranda y a Gage con curiosidad. Rebosante, Ashley tiró sus brazos alrededor de Miranda, mientras Gage se alejaba del camino. -“Te acostumbraras a ella, Miranda” Parker suspiró, haciendo retroceder a Ashley. Pero Ashley se liberó a la primera. “¡Miss Dupree amó tu idea! No puede esperar a ver como organizamos todo. ¡Dijo que ha sido el más creativo y original tema de toda la clase!” -“Has esto más ridículo” Parker musitó. Miranda trató de resistir valientemente el abrazo de Ashley. “Hey. No ha sido mi idea…” -“¡No seas modesta! ¡Claro que lo fue!” Dándole a Miranda un último apretón, Ashley volvió al trabajo. -“De acuerdo. Entonces todos nos reuniremos en la biblioteca más tarde y empezaremos la planeación. ¿Puedes venir, verdad, Miranda?” -“Bueno, yo…”
La gran risa de Parker la cortó. “Oh, por favor no en la biblioteca. Todos esos murmullos me causan dolor de cabeza.” -“Tu eres un dolor de cabeza,” Roo le replicó. -“Mejor vayamos a La Taberna. Necesito música de fondo.” -“Muy concurrido. Muy ruidoso.” Gage negaba con la cabeza, mientras se acercaba hacia Miranda. “Es un restaurante,” le explicó “No hay mucho que ver, pero la comida es buena. Todo mundo va a ese lugar.” Roo puso su pulgar hacia abajo a modo de desacuerdo. “Dos votos en contra de ir a La Taberna. “No obscurecerá pronto – por qué no vamos a The Falls?” Se miraron unos a otros y asintieron en aprobación. -“¿Ya has visto el canal Miranda?” Gage preguntó, mientras ella buscaba una excusa. -“No exactamente. Quiero decir, solo lo he visto de lejos. Pero en realidad, no creo poder ir.” -“¡Entonces será tu primera vez!” Ashley estaba encantada “Estará bien reunirnos en el canal.” Parker asintió inexpresivo “Cocodrilos y zapatos en el agua, será cercano y personal.” -“Ay, Parker, por favor. No lo escuches, Miranda. Nunca he visto nada repugnante en ese lugar.” -“Excepto por Roo,” Parker agregó. “Ella puede ser muy repugnante.” Roo los ignoró. Los chicos se burlaron y Ashley siguió hablando. -“Es lindo ir a The Falls, tiene una linda atmósfera también—algo misteriosa. Pero de todos modos, es el lugar perfecto para planear la Caminata Fantasma.” -“No es mi Caminata Fantasma,” Miranda volvió a decir, frustrada. “Y además no tengo planeado ir.” -“Te recogeremos en casa de tu abuelo en un par de horas.” -“Esto realmente va en serio.” Dándose cuenta de lo que planeaban hasta el último, Parker se echo a reír. “¿Una Caminata Fantasma, aquí, en St. Yvette? No hay ni siquiera más de mil doscientas personas en este pueblo, y todas ellas son infernalmente aburridas. ¿Cuántas…-- cómo lo llamas… historias tenebrosas—podría haber aquí?” -“Ya deja de quejarte”, claramente impaciente Ashley lo miró. “En este pueblo debe haber muchos secretos enterrados.”
Secretos, Miranda pensó irónicamente. ¿A eso era a lo que se refería su madre? Todos los pueblos pequeños guardan secretos… es parte de su encanto…
Miranda se dio cuenta de que Gage la estaba observando. Y deliberadamente se dio la vuelta.
“Claro Ashley, debe haber miles de secretos escondidos aquí. Especialmente los de mi familia” pensó.
FIN | |
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